No sé si os habéis dado cuenta, pero en la sociedad cada vez cuesta más desarrollarse en las distintas profesiones que hay y que son muchas, cuesta mucho tiempo y mucho dinero el adquirir la necesaria experiencia y las capacidades para llegar a conocer cómo realizar una determinada función, sea manual, sea intelectual (científica, periodística…) sea social, o artística. Se tiende cada vez más a la infantilización que acompaña a una extrema especialización de los diferentes oficios, trabajos o funciones. Todo el mundo os podéis dar cuenta, es muy fácil de ver, que ahora piden mucha acreditación o titulación para poder acceder a un puesto de trabajo, en comparación con hace solo unos años. Algunos pueden decir que esto se debe a que «hay menos trabajos y más competencia, y que de hecho es bueno pues solo se coje a los mejores» pero en realidad, es justo lo contrario, hoy en día se ha de pasar por una serie de trámites, obligaciones y supuestas «pruebas» que eran completamente innecesarias hace un tiempo: los oficios se han vuelto como por arte de magia, sumamente complicados e ininteligibles.
Muchas «oposiciones» para convertirse en funcionario se han convertido mucho más en un pingüe negocio que en una genuina selección de los más preparados, y sin pretender ofender a nadie, voy a poner el caso que en parte conozco de las oposiciones para ser cartero en uestro país. Muchas veces veo al simpático cartero recorriendo el habitual circuito por el barrio, y no encuentro su trabajo excesivamente complicado, al contrario, lo encuentro bastante agradable y ameno. Sin embargo, si quieres convertirte en cartero debes pasar hoy en día por un proceso de selección, una llamada «oposición» en la que repasas en gran parte de ella, las matemáticas básicas de la escuela. Y aunque tú conozcas de sobra las matemáticas a ese nivel, debes pasar por esas oposiciones y sacar la mejor nota, pagando para ello alrededor de 3.000 euros (con variaciones supongo). También te enseñan cosas vinculadas con la profesión de cartero, los distintos sellos, los trámites y papeles que se han de conocer, pero esto son conocimientos que se aprenden mediante la experiencia, y que cualquiera con ánimo para ello puede conseguir. Por tanto, a nivel personal veo este falso «proceso de selección» innecesario por ser suave. Sucede lo mismo con las carreras universitarias: hace tiempo, y no mucho, con una licenciatura o grado ya tenías un trabajo casi asegurado en tu campo, pero ahora eso no es así de ningún modo, requiriéndose mucho más tiempo para conseguir un trabajo quizás de menor responsabilidad y peor pagado: de ahí que hayan subido los «másters» (oh, qué bien suena esa palabra) y las «especializaciones». Pero no solo afecta a los universitarios y a los funcionarios: también los trabajos que no requieren «estudios» necesitan titulaciones que acrediten una profesionalidad que solo puede ser conseguida mediante la experiencia y la buena voluntad, y no mediante pruebas y exámenes (un método poco científico de seleccionar a los mejores, si es eso lo que se pretende).
La sensación que me produce toda esta situación solo la puedo describir como agobiante. Hoy nuestras capacidades personales están infravaloradas hasta niveles subterráneos, y al mismo tiempo, la libertad que tenemos para experimentar y para autoexplorarnos mediante el trabajo, ya que el trabajo es una manera de ponerse a prueba y de llegar a conocer aspectos importantes de nosotros mismos, está sencillamente bloqueada e ilegalizada hasta cierta edad. Concretamente esto último por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) de la ONU, en su artículo 138 sobre el trabajo infantil (también llamado explotación infantil) que establece una edad mínima a la que es posible trabajar, y sanciones a aquellas empresas que contraten a niñ@s.
http://www.ilo.org/ipec/facts/ILOconventionsonchildlabour/lang–es/index.htm
Aunque me opongo a la verdadera explotación infantil en todas sus formas, desde la incorporación de niños como soldados o como esclavos en los campos de algodón o de cacao, por poner solo un ejemplo, hasta cualquier otro tipo de forma de trabajo involuntaria (incluida la escolarización, no puedo menos que mencionarlo). No obstante, no prohibiría de manera rotunda el trabajo infantil, para empezar, ya que hay formas inofensivas y positivas de trabajo, interesantes para un aprendizaje y donde se pueden desarrollar capacidades. Además, esta ley va unida a la obligatoriedad de la “formación” en los formatos oficiales de enseñanza. En resumen: los niñ@s (a los que llamamos “menores”) deberían tener la puerta abierta de realizar trabajos voluntariamente, y qué duda cabe que se debe seguir luchando en contra de la explotación, empezando por muchas multinacionales que la OIT nunca denuncia a pesar de que sabe perfectamente dónde están.
Había pues buenos tiempos donde podías explorar diversos oficios, hoy eso es casi imposible, tiempos donde se valoraba un buen trabajo independientemente de la edad o los títulos de quien lo haya hecho, tiempos en los que la experiencia era maestra y no la persecución de un diploma-llave mágica. Tiempos donde por lo tanto, la gente se esforzaba en hacer buenos trabajos y tenía libertad para experimentar, podía saber mejor sus propias capacidades, y llegar más lejos. No hablo de ninguna etapa en concreto de la historia sino de una situación ideal, pero para muchas personas sus vidas les han llevado alto porque han tenido esa suerte de condiciones, no porque sean más inteligentes o mejores. Hoy tener un trabajo se considera un privilegio, y ha pasado, para la gran mayoría, de ser un «medio» a ser un «fin» (el objetivo es tener un trabajo, sin preguntarse mucho más sobre si te beneficia más allá del salario o si es benéfico socialmente). Hoy, el trabajo que uno suele hacer es una especie de estigma, una marca grabada en el alma por así decir, con la que la gente se identifica: yo «soy» fontanero, yo «soy» maestro, yo «soy» comercial, etc. Lo cierto, es que todos somos trabajadores, incluso los parados, ya que la élite podrá paralizar el progreso, poner barreras a la experiencia mediante el esfuerzo y el trabajo personal, matar iniciativas y poner obstáculos sin fin a tod@s por todos lados, pero nuestras capacidades siguen intactas, y hay que buscar formas de potenciarlas atravesando el intrincado laberinto de trabas que impone la sociedad, y pasando por encima de todos aquellos que pretendan «probarnos» o que nos infravaloren o digan que no podemos hacer algo porque «no estamos preparados».
Por si no quedó muy claro defino los dos términos del título tal como yo los entiendo:
INFANTILIZACIÓN: Cada vez parece que somos capaces de hacer menos cosas y que necesitamos emplear mucho más tiempo y dinero para alcanzar responsabilidades laborales o de otros tipos. Servimos para menos, y se nos exige más por lo mismo.
ESPECIALIZACIÓN: El área de trabajo de las personas se ve cada vez más reducida a algo muy concreto, perdiendo el trabajador iniciativa e independencia así como capacidad decisiva. Se es parte de una gran máquina, institución o equipo y solo se conoce lo justo y necesario dentro del conjunto.
Como en otras áreas, en ésta del trabajo se nota a la élite buscando la manera de deshacerse de nosotros, los supuestos «sucios».
Conforme leía el artículo me llegó el recuerdo de mi padre, que era la tercera generación de una tienda de ropa para niños y bebés. Mi padre no contaba más que con la carrera técnica que llamaban «Comercio». A los 40 años de edad y con su padre y abuelo finados, la tienda fue de mal en peor, así que se vio obligado a cerrar y conseguir trabajo.
Llegó a ser gerente de comercialización de una empresa de refacciones para autos. En ese momento quedó vacante la dirección de la empresa y los dueños, amigos de hace muchos años le comentaron a mi padre: «-Pues, amigo, el puesto está vacante y, aunque tienes todas las capacidades y habilidades, por el sólo hecho de no tener una licenciatura, no te podemos dar el puesto». Contrataron a alguien más (con título, por supuesto) que después de un tiempo hizo de esa empresa la suya y ocupaba personal de la empresa en su casa, para todo tipo de trabajos personales, desvió fondos y llegó el momento que fue mejor vender la empresa a otros empresarios. Mi padre, antes de «seguirle el juego» al director de marras, prefirió pedir su jubilación anticipada y no participar en corruptelas.
Por mi parte, desde que recuerdo, trabajé en esa tienda. Tenía pocas responsabilidades, pero pasé por todos lados, desde cargador de mercancía hasta limpieza. Recuerdo que a los 10 o 12 años de edad ya manejaba yo la caja registradora, de esas mecánicas y hasta aprendí a dar el «vuelto» a la gente de manera correcta: «-Su total es de 17,65, me dio 20, así que: 5 centavos y son 17,70, 30 cvs. más y son 18 y 2 más son 20. Que tenga buen día». ¡Qué tiempos!
Y ni hablar de la adolescencia, que antes ni existía (de niño pasabas a adulto sin apenas saberlo) hasta hoy, que hay quienes a los 30 años todavía no llegan a ser adultos responsables.
Y sí, opino que todo esto es planeado para quitarnos, como siempre, poder. Busquemos lo que nos «empodera».
¡Saludos!
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Para muchos el verano evoca imágenes de días calurosos en la playa, pícnics en el parque y muchas actividades al aire libre. Pero para otros los veranos son época de mucha actividad, especialmente para los estudiantes que están buscando un trabajo temporal. Por fortuna el Gobierno federal ofrece algunas oportunidades de empleo.
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Reblogueó esto en Me Llamo Tierra.
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La ausencia de responsabilidades provoca una enorme infantilización. La actual sociedad se encuentra infantilizada por culpa del trabajo asalariado, la especialización o mutilación y sobre todo, como consecuencia del Estado del bienestar.
Saludos.
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La especializacion lo unico que encubre es que la verdadera toma de decisiones la toma cada vez menos gente: los demas, a prepararse y esperar suerte en un sistema jerarquico y autoritario, ya sea este el funcionamiento de las empresas, las instituciones cientificas, universidades, o cualquier otro. Gracias por comentar.
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Primero te quito la harina y luego te digo que hasta que no estudies un máster [u otra titulación ‘especializada’] de panadería no podrás hacer pan. Eso se hace hoy día con todo.
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Reblogueó esto en Para Mí Son Enigmasy comentado:
Hasta que no aprendas a patinar, no te compraré unos patines.
Esta estupidez se ha generalizado a todo el mundo laboral hoy en día.
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En este artículo se confirma lo que pienso de las oposiciones:
http://blogs.elconfidencial.com/cultura/mala-fama/2016-07-27/oposiciones-lengua-literatura-profesores-no-sabes-nada_1238872/
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Reblogueó esto en educacionlibreysoberana.
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Reblogueó esto en Yôãnnãn Karl-juankarasporpsa2014.
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