Lo que voy a decir en esta entrada os puede parecer cruel para algunos o ingenuo para otros, pero pienso que es tan importante para mí compartir esto, y hablarlo con vosotros que no puedo menos que dedicarle una entrada al tema de la cultura. Además son reflexiones personales, que me vienen a la cabeza cuando estoy pasando por algún lugar turístico, o cuando paso por el centro de una ciudad, por ejemplo.
En la historia ha habido pueblos con formas de vida, relaciones, actitudes, rituales y creencias muy diferentes. También ha habido destrucción de esas culturas por parte de otros pueblos, por ejemplo en las guerras de conquista: los grandes imperios normalmente han impuesto sus formas de vida (idioma, avances tecnológicos, estructuras sociales, religiones…) a otras distintas. Pero en todo caso, la cultura es algo vivo, que se manifiesta en el día a día, algo de lo que somos parte las comunidades humanas y que los individuos incluimos en nuestra propia vida diaria.
¿Me puede decir alguien dónde está la cultura en nuestras vidas?
La cultura literalmente se ha prostituido. Ahora vayas donde vayas, la cultura está unida al dinero completamente y sometida a éste. Se ha transformado en un puro negocio y se ofrecerá la cultura más rentable. Esto ha generado toda la industria turística mundial. Aunque esto suene triste, la auténtica cultura ya solo se encuentra ‘fosilizada’ en los museos. Fuera de estos, no hay cultura, solo hay lucro y comercio. La cultura ya no es un conjunto de costumbres, de formas de vida de un determinado pueblo, sino que es algo por lo que pagas para ver unos cuadros, o para ver restos arqueológicos, o para comprarte unos libros. A la ciencia le ocurre exactamente lo mismo. Esto es lamentable y MUY triste.
Hace mucho tiempo, por los pocos viajes que he hecho, que he llegado a una conclusión y es que en el planeta hay una cultura predominante, la del consumismo, la del mercado. Puede que os parezca ingenuo pensar que esto es relativamente nuevo en la historia, pero yo lo creo así. Hoy el comercio tiene una importancia que jamás tuvo en otros tiempos, aunque también en la historia antigua había guerras por dinero, mercados y comercios, pero había otras cosas igualmente importantes, que hoy casi han desaparecido. Hoy todo se hace por y para el dinero. Las pocas cosas, realmente muy pocas que escapan a esta condición, son puros oasis en un océano de ambición y capitalismo. La gente accede a lo que sea GRATIS como los peces a la comida.
Otra manera en que la cultura se ha ‘congelado en el tiempo’ son las fiestas tradicionales, algunas de ellas son restos de hechos del pasado, celebraciones de algún hecho importante, o simplemente imitaciones festivas. Por ejemplo, en Valencia las Fallas son una tradición que tiene que ver con la forma de vida de los antiguos habitantes de la ciudad, carpinteros, agricultores, etc. Pero no son la realidad diaria y cotidiana, y la prueba de eso es que todas estas fiestas tienen una fecha concreta en el año, una duración establecida, y un ritual concreto. Una cultura gestionada, planificada, por lo tanto, artificial. Hermosa, a pesar de todo.
Tienes toda la razón, todo es comercio, todo es capital.
Yo, por ejemplo, ahora, busco el arte y la cultura hechos por placer.
Música fuera de discográficas, blogs de escritores que dicen lo que sienten.
No hay cultura y arte, mas bonito, que el compartido, por placer y no por negocio.
Obviamente, hay cosas que no se pueden de esta forma, monumentos, cuadros,esculturas… Pero en fin, es lo que hay, mientras el capital domine el mundo.
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Claro, la cultura formaba parte de la vida normal de las comunidades humanas y no era una cosa que se pudiera vender. Ahora el acto de comprar y vender es lo que resume la auténtica cultura de la sociedad. Da igual qué se compre y se venda.
Curioso pero hasta en los monumentos hay que pagar para entrar, como si tuvieran dueños. Incluso he visto algunas fuentes (como la fontana de Trevi en Roma, u otras) en las que la gente se siente mal si no echa alguna moneda al agua.
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Todo por la pasta. O casi todo.
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Reblogueó esto en O LADO ESCURO DA LUA.
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LA CULTURA COMO NEGOCIO
28 de junio de 2006. Antonio García Trevijano
El fenómeno es conocido en todos los ámbitos donde se manifiesta la vida de la cultura artística y la del pensamiento. Las causas que lo producen son complejas. Las de orden mercantil parecen haber sido las desencadenantes. Pero sin el concurso de las causas de orden político, el factor económico no habría conseguido transformar la cultura en mercadería, es decir, convertir la obra de arte en obra del arte de mercado, acomodar la literatura al gusto popular del mercado del libro, condicionar la reflexión y el modo del ensayo a las exigencias del mercado político.
Dotado de excepcional cultura literaria, Don Manuel García Viñó, ha realizado una investigación casi exhaustiva de las promociones que realiza el grupo editor del periódico El País, para abastecer el mercado de libros de ficción y los asientos en los sillones de la Real Academia de la Lengua. Los resultados los ha publicado en un libro que acaba de publicarse con el título “El País, La cultura como negocio“. Se trata de un libro único en su género. Su autor me concedió el privilegio de prologarlo, con unas pinceladas sobre la teoría de la novela, y unas improvisadas reflexiones sobre las causas de que la teoría política no haya creado en España, desde el siglo XVIII, nada que mereciera ser incorporado al pensamiento universal.
Aunque pueda parecer exagerado, la verdad es que el pensamiento español no ha participado en la creación o desarrollo de las ideas originales que acuñaron los conceptos de liberalismo, socialismo, comunismo, anarquismo, sindicalismo, fascismo, representación, sistema electoral, partidos políticos, democracia, parlamentarismo, Nación, Estado, Sociedad, Monarquía. Republica, Dictadura, Estado de Partidos, Constitución, terrorismo, nacionalismo, autodeterminación, y todos los demás que se utilizan a diario en el mundo de la política sin conocer su significación.
Las consecuencias de esta incapacidad intelectual para deducir ideas universales a partir de los hechos locales, han sido funestas. Ninguna doctrina pueda ser trasplantada a suelo extranjero sin pasar por el filtro, también teórico, de la adaptación o recepción. Sin este filtro, y sin escuela de historia comparada, el derecho público y la teoría política ha sufrido, en España, los vaivenes de los acontecimientos foráneos que dieron lugar a las doctrinas francesas y alemanas sobre Estado y Constitución. Lo cual explica la disparatada recepción de lo extranjero y el desconcierto en materias, como la Autonomía, donde no había modelo ajeno que copiar.
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Me preocupa ver que los jóvenes en general solo muestran interés en el fútbol y la fiesta, y muy pocos se interesan por la historia y las artes.
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