RED DE APRENDIZAJE ¿CIENCIA FICCIÓN?

Trataré de describiros cómo sería un barrio que tuviera organizada una red de aprendizaje:

Por todo el barrio se verían actividades relacionadas con el deporte, el arte o la tecnología energética, entre otros. La propaganda comercial y política habría sido suplantada por pinturas y murales representando paisajes de la naturaleza, elementos del espacio exterior o figuras tridimensionales de gran belleza, creando un entorno dado a la imaginación y al alejamiento de una vida marcada por el ruido, el asfalto, la basura y la muchedumbre. Los jardines y espacios abiertos y agradables serían lugares de reunión donde plantear proyectos colectivos, compartir conocimientos, y hacer talleres creativos de todo tipo, disfrutando así del saber ajeno y no solo de la tranquilidad. Existiría al menos un espacio libre de contaminación lumínica, para poder observar el cosmos en su plenitud: este lugar solo podría ser iluminado, con un área suficiente para lograrlo, con bombillas de vapor de sodio de baja presión, que emiten luz anaranjada y no interfieren con la visión del cielo nocturno. Esto fue exigido por los interesados en la astronomía.

De vez en cuando nos encontramos carteles que nos anuncian oportunidades de apuntarnos a alguna que otra actividad. En un sitio, nos ofrecen aprender a fabricar pan, un carpintero ofrece también su experiencia al servicio de los interesados. Los espacios disponibles para la agricultura, también los vemos dedicados al aprendizaje del cultivo y nos enteramos que existen, a pocos Kilómetros, numerosos espacios de huerta que no solo son visitados por muchos sino que existe una colaboración íntima entre quienes los trabajan y los habitantes de la ciudad, de modo que se llega a intercambiar fertilizantes orgánicos por alimentos, o hay convenios de venta directa entre un agricultor y un consumidor. La producción de fertilizantes tiene su propio taller especializado en el barrio: gran parte de los residuos orgánicos de los habitantes son utilizados. Los campos se han convertido en lugares de experimentación, de juego y disfrute, tanto para la población como para los propios agricultores, que, seguros de que venderán y obtendrán un beneficio, se concentran en la riqueza del ecosistema agrario. En los cultivos bulle la vida, se respira el humus, el aire limpio y el olor que emiten las plantas.

De vuelta a la ciudad, entre los ríos de jóvenes que van de una actividad a otra, preguntamos a alguien cómo se organiza todo esto. Nos da la dirección y vamos para allá. Pero en el camino, topamos con lo que parece un instituto. La palabra instituto no aparece por ninguna parte, ni tampoco escuela. Las puertas están abiertas así que aprovechamos para ver qué pasa dentro. Al poco de entrar, encontramos un mapa con las distintas salas y espacios del edificio, abiertos y cerrados, así como un tablón indicando ofertas de diferentes actividades. Una sala dispone de 50 ordenadores y está dedicada a diferentes talleres informáticos, donde se puede aprender a usar diferentes programas y funciones propias de la computación. Hay un laboratorio de química, una gran biblioteca, una sala con aparatos y piezas necesarias para realizar circuitos eléctricos o aparatos tecnológicos… También vemos una larga lista con varios cientos de nombres de personas que hablarán en las próximas semanas en el resto de espacios de todo tipo de temas: desde las matemáticas más sencillas hasta la geometría fractal o el funcionamiento de una central nuclear. También aparecía al lado el número de asistentes, muy variable desde solo 3 personas hasta casi 100. Continuamente entraba y salían personas del edificio. Me causó tan buena impresión todo esto, que no pude menos que intentar apuntarme a hablar sobre reparación de coches, asunto en el que tengo mucha experiencia. La mujer que atiende cerca de la entrada me dijo que debía dirigirme a la red central, viendo que la dirección coincidía con la que me habían dicho previamente. Está claro que no era un lugar cualquiera. Antes tenía que hablar con ellos.

Salgo casi abrumado por la cantidad de oportunidades que me rodean por todas partes en este barrio y, con un interés acuciante me dirijo a la dirección. Un edificio de varios pisos, aparentemente de oficinas, alto y reluciente por estar construido exteriormente por cristales, resulta ser el número indicado. Aquí estaba el corazón del dinamismo social observado, el organismo necesario para el orden, la planificación y la coordinación. La planta baja disponía de un número considerable de salas en cada una de las cuales una persona atendía a quienes entraban y todas disponían de un teléfono. Una persona podía enseñar si alguien tenía interés el resto del edificio así que me apunté a ello. Había un total de 10 pisos y todos ellos pertenecían a la organización de la red de aprendizaje, una empresa integrada por todos los que se registran en ella y que no busca el beneficio de la empresa misma, sino el de sus integrantes. Este beneficio es doble: se gestiona la obtención de ingresos económicos por parte de los miembros de la red, pero también se produce el beneficio social del conjunto de actividades organizadas. Actividades que involucran a unas 100.000 personas es el rango que maneja este organismo. Es por eso que los restantes pisos están divididos en distintas áreas. Un piso se ocupa, con las instalaciones adecuadas, de coordinar actividades deportivas. Otro, de las que se realizan en espacios cerrados como los antiguos institutos o universidades. Otro piso se ocupa de los talleres y fábricas locales involucrados en actividades de enseñanza y participación abierta. A continuación, otro sobre los actos en los jardines y espacios abiertos, y ascendiendo, otro sobre los campos y la agricultura. «Si no sabes qué hacer con tu tiempo, dedícaselo a los demás».

¿Qué ventajas ofrece esta ‘burocracia’?

En primer lugar, un acceso completo a lo ofertado por los miembros de la red, sabiendo los lugares y fechas exactas en que se producirán las actividades. También el tener información sobre todos los miembros de la red y conocimiento público de sus capacidades y habilidades reales. Finalmente, al registrarse como miembro, la propia red de aprendizaje se ocupa de buscar personas interesadas y conectarlas contigo. Si yo quiero enseñar reparación de coches, ellos encuentran de forma rápida (si existen) a aquellos interesados, algo que a mí me costaría mucho por mis propios medios.

4 comentarios sobre “RED DE APRENDIZAJE ¿CIENCIA FICCIÓN?

  1. Pues adelante con tu proyecto, puedes probarlo en tu barrio o en tu ciudad , a ver como funcionaría en realidad.

    Con quienes tendrías que hablar de la desescolarización es con los jóvenes que ahora van al instituto , para que supiesen que hay una alternativa . Pero ten cuidado con eso porque a los padres y a los profesores no les va gustar esa idea, y podrían acusarte de incitarles a abandonar sus estudios .

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  2. Me ha parecido preciosa esta entrada!!
    Has conocido algun barrio o lugar que tuviera una red de este tipo o la descripción es como te imaginarias tu que sería??
    Tengo curiosidad por saber si hay algo asi en alguna parte

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