LA LOBOTOMIZACIÓN DE LOS JÓVENES.

Buenas, me gustaría poner sobre la mesa un problema que veo cada vez más frecuente. Algo está pasando con los jóvenes. Cada día un mayor número de ellos están cayendo en una especie de lobotomía, convirtiéndose en verdaderos zombis. Ayer, mientras paseaba a los perros por el parque al que los llevo siempre, vi a unos seis o siete chavales, que tendrían unos 13 o 14 años, y me fijé en ellos porque no hablaban entre ellos, ni siquiera se miraban, estaban quietos con la mirada perdida en el vacío. Me recordaron a los alumnos que se aburren en clase y que no tienen ninguna motivación por nada. Yo ya soy consciente de que los jóvenes se degradan a si mismos, con los botellones, las drogas, el consumismo, lo superficial… No es nada nuevo. Pero esta vez me dio verdadera lástima: esos pobres diablos no parecían tener nada que decirse entre ellos. Ninguna actividad cerebral parecía expresarse en su actitud, como si su encefalograma estuviese plano. No decían estupideces, no bebían, no estaban distrayéndose con nada, ni siquiera eso. Es como si el mundo o la vida no significara nada para ellos, como si no esperasen ya nada. Intuí una aguda depresión en ellos.

Este caso no es para nada el único. Muchos de vosotros, imagino, habréis podido observar a grupos de jóvenes afectados por esta misma incomunicación o por comportamientos que dan a entender que están tirando su vida por el desagüe. No es difícil de identificar este nuevo ‘transtorno’. Por ejemplo, supongo que habréis observado el alto consumo de alcohol entre la población cada vez de menor edad. El consumo de esta droga se ha normalizado, se ha convertido en la distracción o evasión emocional cotidiana de muchísimos jóvenes, diríase que de la mayoría de ellos. Parece que no haya diversión o comunicación si no es acompañada por unos tanques de cerveza o un botellón. Es evidente que si beben tanto y de forma tan reiterada, es porque algo en su estado de ánimo no está bien. No les gusta la realidad, hay algo en sus vidas que no pueden solucionar, de lo que necesitan huir mediante el alcohol o cualquier otra droga o incluso medicamento (el consumo de antidepresivos o tranquilizantes es también asombrosamente alto en nuestros días, por desgracia). Lo curioso es que se trata de algo colectivo y generalizado. Desde luego que cada caso es diferente, pero debe haber también alguna causa compartida, algún factor común que haga a tantos jóvenes lanzarse a la bebida. Algo que no afrontan, que no miran de frente, algo de lo que muchos ni siquiera serán conscientes. Algo que tapan con químicos que alteran el sistema nervioso y bajan la actividad mental. Dejando aparte los motivos personales, familiares o privados, se trata de algo que está en la sociedad en la que vivimos. De ahí que sea la propia sociedad quien fomente el consumo de alcohol como algo bueno o festivo. No le conviene que se cobre consciencia de ciertas cosas.

Os contaré una historia. Antiguamente, nuestros antepasados (llamados paganos) desinfectaban el agua con objetos de plata o utilizando recipientes de plata. Cuando el cristianismo se impuso en Europa, mediante el edicto de Tesalónica del emperador Teodosio, la iglesia prohibió el uso de la plata porque lo consideraba un método o tradición pagana (para ellos eso significaba lo mismo que criminal o hereje). Las enfermedades infecciosas a partir del agua aumentaron en la población europea a raíz de esta prohibición. Entonces, la iglesia empezó a difundir que el alcohol era bueno para prevenirlas, vendiéndolo como Aqua Vitae (Agua de Vida). Su objetivo, supongo, era idiotizar o dominar más fácilmente a la población. El mismo objetivo que tienen hoy los que manejan la industria haciendo que el alcohol sea algo muy barato. El alcohol ya no necesita promocionarse: los jóvenes lo toman por adaptarse al grupo. Porque si no lo toman se les ve como raros o inadaptados. Con esta actitud, los mismos jóvenes están perjudicándose unos a otros, y no se dan cuenta de lo próximos que están del alcoholismo, si no han caído ya en él.

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Se puede ver también que las conversaciones en muchos de ellos son muy superficiales y que le dan una importancia o énfasis enorme a cosas que no la tienen para nada, y lo más llamativo es que son cosas que tampoco son importantes para ellos mismos, pero que sirven para intentar elevar la autoestima que no han podido forjar a lo largo de su vida. Aunque suene triste, todo ello es por adaptarse al grupo, por miedo a la soledad o al desprecio ajeno. La necesidad de seguir los comportamientos de los demás, aunque sean absurdos, estúpidos o inmorales, se compensa con la sensación de estar integrado. Hay un rechazo a quien no siga esa manera de actuar, desprecio a quien piense o actúe de una forma fuera de lo común. Todo ello es por el terror a que alguien destaque o mejor dicho, se destaque del resto (la uniformidad es el método de protección o seguridad empleado para sentirse igual de válidos que el resto). En realidad, no existe una verdadera comunicación entre ellos, solo una imitación. Para comunicarse no hace falta gritar ni ser agresivo. Además, siempre hay alguien que emite un mensaje y otro que lo recibe, y que contesta a su vez algo coherente. Esto es algo que se está perdiendo entre los jóvenes, no sé si os habéis dado cuenta. Por favor, observadlo porque es muy grave. El nivel de las conversaciones está degradando. Todo esto conduce a la destrucción de la mente, a la pérdida de la motivación, de la conciencia, de la vitalidad, de la chispa que hay en nosotros. Y si eso avanza, llegamos a convertirnos en zombis sin expresión, sin nada que decir o hacer. Tan solo agresividad y frases oídas de otros, de la televisión, de las canciones, igualmente degradantes y absurdas que se escuchan en esta época (muchas de ellas, no todas, claro) y de lo que sirva para ser como el vecino. Los jóvenes se transforman en meros productos de la industria, sin vida propia, sin ideas, sin mente, sin alma.

La agresividad o la hostilidad son actitudes que también se pueden ver en muchos jóvenes. He visto muchas veces como entre ellos se insultan ‘Hijo de puta, vas a morir’ o cosas semejantes, y cómo destrozan por las noches cubos de basura, papeleras o todo lo que puedan. Una vez más, esto es por un factor social: la impotencia, la falta de responsabilidad que sienten, quizás sin saberlo siquiera, al formar parte de instituciones sociales como la escuela, el trabajo escaso, los medios de comunicación manipuladores, falta de medios de subsistencia, de faenas propias, de estímulos… En lugar de analizar estas causas y tratar de ponerle remedio al problema, vuelcan su rabia y frustración en actitudes o actos hostiles que no sirven para nada.

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Es lo mismo que observo cuando cojo el metro o paseo por la calle y veo como un porcentaje altísimo de los presentes están centrados en su teléfono móvil ‘inteligente’ (quizás se llama así porque absorbe y anula la inteligencia de los usuarios). En los lugares donde nos concentramos en mayor densidad, como las grandes aglomeraciones, metros, autobuses, trenes, etc, se puede ver a la gente aislada, incomunicada, inexpresiva. Es algo muy deprimente. La interacción desaparece entre nosotros, como si no se pudiera sacar de ella nada valioso, como si nos viéramos mutuamente como nadas andantes, como seres insignificantes, con absoluta frialdad e indiferencia. No se trata de ser todos uno como venden las sectas que intentan manipularnos. Sin embargo, debe de ser por algo esa tendencia tan fuerte a aislarse y a no interaccionar.

¿Por qué tantas personas se abstraen en los móviles, escuchando música o leyendo?

¿Por qué no tenemos nada que decirnos? ¿Por qué la comunicación y el diálogo son tan escasos?

¿A qué hemos sido reducidos por esta sociedad, hasta el punto de que los demás seres humanos llegan a no existir, a no estar presentes?

Saco una reflexión de todo esto. En realidad, todo esto solo puede ocurrir por uno de los sentimientos más profundos y ancestrales de los seres humanos: Fobos, el miedo. Imaginemos que de repente se abriera la comunicación que está cerrada entre las masas humanas por tantas vías de distracción, propaganda, entretenimiento… ¿Cuántas cosas horribles saldrían al exterior, como si se tratara de una auténtica caja de Pandora? ¿Cuánta rabia, pensamientos de desprecio, de violencia contenida, de frustración, de lamento, de tristeza? ¿Cuántas cosas buenas, interesantes, positivas, cuántas posibilidades se echan a perder por otro lado, por mantener cerrada la caja?

Dejo una canción que me gusta:

Un comentario sobre “LA LOBOTOMIZACIÓN DE LOS JÓVENES.

  1. Increíble, dejaste los mejores ejemplos que se pueden ver fácilmente en lo cotidiano de la metrópolis.
    En cierto punto todo esto se conecta con el mimetismo social, y la falta de moral y valores hace que sigamos los peores comportamientos.
    Genial la canción y su letra.

    Me gusta

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