LA INHUMANA REALIDAD DE LAS CIUDADES.

Muchos de nosotros, probablemente la gran mayoría, hemos nacido en alguna ciudad en el siglo XX o XXI. La costumbre nos ha hecho ver este entorno como un lugar propicio para vivir, apto para ofrecernos todo lo que necesitamos, o incluso mucho más. No sé desde qué ciudad me estás leyendo, pero creo que puedo hablarte con franqueza sea esta cual sea, puesto que las llamadas pequeñas ciudades, o incluso muchos de los llamados pueblos, se han urbanizado tanto que pueden incluirse dentro del mismo concepto de entorno urbano. A lo largo de todo el planeta, de sus cinco continentes, la urbe cumple unas mismas características, y en su interior, sea donde sea, se respira una misma sensación.

En un primer vistazo, las ciudades parecen lugares maravillosos, llenos de luces, de seres humanos que van de un sitio para otro, de altos edificios que requiere una increíble técnica construir. Los vehículos se coordinan con un alto grado de precisión, y hay multitud de cosas que se ofrecen por todas partes: servicios, negocios, tiendas, mercancías prefabricadas… El talento, el conocimiento puesto en este ambiente se percibe enseguida: se requiere un elevado grado de control para que algo así se mantenga. Con sus trabajos, con sus compras, con su ocio, todos contribuyen de una u otra manera al mantenimiento de la ciudad, la hacen funcionar, perdurar y crecer cada vez más.

Una primera impresión nos entusiasma, la novedad es constante, hay multitud de sitios que conocer. Sin embargo, conforme pasamos un cierto plazo de tiempo, pongamos que dos meses, en la ciudad, comenzamos a sentir una especie de pesadumbre. Sin duda, aquí falta algo, algo que no encontramos en ningún sitio, a pesar del bombardeo constante de la propaganda comercial que parece ofrecerlo todo. La tristeza y la soledad nos invaden de repente, y no entendemos por qué. Estos sentimientos parecen contradecir directamente lo que la realidad exterior expone: estamos rodeados de miles de personas cada día, hay miles de negocios ofreciéndonos la felicidad en forma de nuevos alimentos, nuevas experiencias, viajes de turismo, películas en el cine, supermercados, discotecas… ¿Qué clase de ser humano se sentiría triste o solo disponiendo de todo esto a su alcance de forma inmediata?

Muchos son incapaces de entender este enigma. Yo creo que puedo atreverme a responderlo, porque he analizado las causas de por qué a mí personalmente las urbes me provocan este tipo de emociones negativas, entre otras. Ya me diréis si estáis de acuerdo o cuáles son vuestras experiencias personales respecto al modo de vida de la ciudad.

En primer lugar, se nota que el motor de la ciudad es única y exclusivamente el dinero. Todo está enfocado a su ganancia. Lo que parece ofrecerse para nuestro bienestar, en realidad es un medio de conseguir billetes. Por lo tanto, aquellos que nos ofrecen en apariencia tanto, no lo hacen porque nos aprecien, sino porque nos quieren utilizar para su propio beneficio, desde el humilde pescadero hasta el jefe comercial de una gran empresa que manda colocar enormes paneles publicitarios.

En segundo lugar, se nota que las masas de gente que nos rodean, solo son eso: masas. Ni les importamos nada, ni ellos nos importan a nosotros. Nada hay que nos una. Obviamente, esto es imposible cuando somos tantos, ni siquiera podemos conocernos unos a los otros. Por lo tanto, cuando caminamos por la ciudad solos, estamos tan distanciados de los que nos rodean como de los seres humanos que viven en el otro extremo del planeta, en Japón por ejemplo. Es esta una soledad de escala planetaria.

En tercer lugar, se percibe que cualquier cosa que se salga de la normalidad, por ejemplo, colarse en la cola de un supermercado, genera un fuerte instinto en los demás de restablecer el orden, se sienten ultrajados, sienten que alguien se ha aprovechado de ellos. La desconfianza de unos hacia otros es inmensa. La amabilidad solo se mantendrá mientras lo haga el status quo cotidiano, es decir, mientras no se superen los estrechos límites de una serie de patrones de conducta admitidos como los únicos válidos, y normalmente esto ocurre cuando hay dinero de por medio por algún motivo, pues el dinero es lo único que se respeta en las ciudades. La comunicación entre los seres humanos es tan mínima, tan pobre, que en efecto hay millones de personas condenadas a la soledad, a la incomunicación, a la reclusión mental urbana.

Lo que demuestra todo esto es que faltan en la ciudad los valores más elevados de la mente humana. Todo está creado para activar la parte más reptil y primitiva de nuestro cerebro, mientras que la empatía, la comunicación profunda, los buenos sentimientos, la inteligencia, la sensibilidad, la imaginación, el simbolismo, todos quedan eliminados del entorno urbano. Nada llena el alma: solamente se llenan o se desembolsan los bolsillos. Incluso las relaciones humanas se vinculan con el dinero: pocos son los que pueden relacionarse sin alguna cerveza, comprada a alguna gran empresa, o sin consumir algo en alguna parte, algo que haya sido preparado para ellos de antemano, no ya el producto, sino la experiencia que viven y las palabras que dicen. Su mutua relación consiste igualmente en el consumo de algo.

Psicológicamente hablando, la ciudad es un entorno completamente inhumano, en el que estamos inevitablemente influenciados a nivel colectivo o de masas, para reducir nuestras capacidades mentales más altas y profundas. Y eso es lo que se vive en la ciudad: estupidez, consumismo, materialismo, mentiras, engaños, egoísmo, falta de empatía, miedo, desconfianza.

¿Cómo experimentas tú la ciudad? Si quieres dejar tu opinión, pon un comentario abajo.

Os dejo con un video que os recomiendo ver y compartir. Un gran saludo a todos los que me seguís leyendo.

7 comentarios sobre “LA INHUMANA REALIDAD DE LAS CIUDADES.

  1. Y ni hablar de ciudades como la mía, en un país «pobre» (robado más bien…) profundamente marcado por las diferencias sociales y la tensión que esto genera. Donde unos se miran a otros con recelo y desconfianza; los pobres pensando que son pobres porque un rico los saquea y los ricos cuidándose de los pobres que los quieren «asaltar o secuestrar»… es una completa red de desconfianza. En el medio, pues la clase media que huye de un mundo y quiere entrar en el otro, pero no sabe cómo; la clase media que cada vez es más lánguida y amenazada.

    Me gusta

  2. Estoy de acuerdo, las ciudades son la forma mas antinatural para vivir que puede tener cualquier ser humano e incluso cualquier ser vivo. Desde su arquitectura ya nos afecta a nivel psíquico, las lineas rectas, los ángulos, la geometría de las ciudades produce como un tipo de hipnosis en la mente. Cuando estamos en la naturaleza no existen estos patrones de diseño. La única solución es alejarse de ellas, salir de su entorno e irse a vivir en la naturaleza, ser auto suficiente. Es la única forma de reconectar con nosotros mismos y la creación, la esencia de la vida.

    Un saludo

    Le gusta a 1 persona

  3. Ver lista de reproducción:
    «VIDA NATURAL Félix Rodrigo Mora» en mi canal de YouTube by Mark Passio Buda

    Para quienes aún tengan interés y el tiempo con los recursos necesarios les dejo estas perlas del historiador canario Jorge Guerra:

    Ver «Historiador Jorge Guerra» en YouTube

    No seáis personas peresozas,
    ¡INVESTIGAR y DENUNCIAR ES NUESTRO DERECHO Y DEBER COMO AUTÉNTICOS SERES HUMANOS!

    Ver «América y sus independencias IV. Las nuevas repúblicas y el dinero deuda – Jorge Guerra» en YouTube

    Ver «México. (y III) La síntesis de un país bajo una guerra ficticia – Jorge Guerra» en YouTube

    Me gusta

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s