LA DESAPARICIÓN DEL PAGANISMO EN EL IMPERIO ROMANO.

He decidido tratar a fondo el tema de la desaparición del paganismo, es decir, de las costumbres, tradiciones y creencias religiosas propias de Europa, porque tanto en los debates como en las páginas web escritas por cristianos, se defiende que en la época del imperio romano (siglos III, IV y V en adelante) el cristianismo y su auge nada tuvieron que ver con la total destrucción del paganismo. Esto es algo que, como los hechos que relataré van a demostrar sin sombra de duda, es absolutamente falso. De no ser por la intolerancia, el totalitarismo y la tiranía del cristianismo, el paganismo hubiera perdurado hasta hoy, aunque habría cambiado e innovado mucho con los tiempos. Me gustaría que quienes lean este artículo, lleguen a percatarse de la verdadera suplantación cultural que se produjo en aquellos siglos en el imperio romano, que luego se expandió por toda Europa y por todo el mundo.

El cristianismo surgió como una variante más del judaísmo, en la época en que los judíos estaban dominados por el imperio romano, formando la provincia de Judea. Intentaron rebelarse directamente contra los romanos a lo largo de los siglos I y II, pero nada de eso les funcionó: sus sublevaciones, como la guerra judeo-romana o la de Bar Kojba, fracasaron en lo militar. Probablemente, antes de todo ello, Jesús de Nazareth fue crucificado por proclamarse rey de los judíos, y con ello, en rebeldía directa contra Roma. Sin embargo, hicieron un segundo plan que tuvo un éxito impresionante. Crearon una versión de su propia religión que pudieran aceptar todos aquellos que los judíos llaman ‘gentiles’ o ‘goyyim’ que significa, los que pertenecen a una nación. Fue en el Concilio de Jerusalén del año 50, cuando Pablo de Tarso eliminó del cristianismo aquellos elementos judíos que lo hacían inaceptable: las innumerables normas del sábado (Sabbath), la circuncisión de los recién nacidos, y la prohibición de comer cerdo. El cristianismo pasó a ser algo muy simple y fácil de realizar: consistía en rezar, en el ritual de la eucaristía (partir el pan), ir a misa, en definitiva, cosas muy simples y fácilmente comprensibles, que no requieren ningún entrenamiento o instrucción previa.

Pablo de Tarso | Cristiano Verde

A continuación, el cristianismo creó una estructura administrativa que imitaba casi al dedillo la del imperio romano, convirtiéndose en algo muy parecido a una moderna empresa multinacional, con su departamento financiero, administrativo, de recursos humanos, de formación… Los fieles eran como los clientes, que acudían a misa, y si quedaban convencidos de los dogmas bíblicos y aplicaban en su vida esos preceptos, es como si hubieran comprado el producto en venta de la empresa: la fe. Cada iglesia formaba parte de una parroquia, que es el territorio donde se hallaba dicha iglesia, y una serie de iglesias conformaban una diócesis. Cada diócesis la dirigía un obispo. Los obispos estaban a su vez dirigidos por un arzobispo metropolitano.  Se le llamaba así porque había un arzobispo en cada ciudad importante del imperio romano: Roma, Alejandría, Cartago, Constantinopla o Jerusalén, así como Antioquía, los focos más importantes del poderío romano, tenían su alto cargo eclesiástico.

Con el tiempo, esa estructura administrativa de la iglesia se fue haciendo fuerte, sin embargo, la población continuaba siendo en su mayor parte pagana, y el objetivo de conversión no llegaba a ser ni de lejos mayoritario entre la población. Se necesitaba por tanto un poder político que impusiera la religión cristiana, por la fuerza. En el imperio había muchas religiones o cultos divinos que eran respetados, tanto autóctonos como extranjeros. Entre estos últimos estaba el culto a Isis, el maniqueísmo, el mitraísmo o el propio cristianismo. Sin embargo, los cristianos presentaban como algo nocivo todo lo que no fuera cristiano, ya que estaban convencidos de que tenían la verdad absoluta y que todo lo demás era falso, demoníaco o perverso. Su expansión iba en contra de las costumbres tradicionales del imperio romano. Es por eso que algunos emperadores como Decio o Diocleciano habían establecido prohibiciones expresas contra el cristianismo, en un intento de impedir la erosión cultural. Y no les faltaba razón: cuando más tarde la iglesia se hizo con el poder total del imperio, cualquier punto de vista distinto fue totalmente condenado y perseguido a muerte.

Galerio fue el primer emperador que puso en pie de igualdad con las demás religiones el culto a Cristo, protegiéndolo, en un intento de calmar a los fanáticos. Esto se puede leer en el Edicto de Nicomedia, del año 311:

Entre todo lo otro que por el bien y la prosperidad de la cosa pública dispusimos, quisimos en el pasado armonizar todas las cosas con el derecho y el orden público romano tradicional. También buscamos que, incluso los cristianos, que habían abandonado la religión de sus ancestros, se reintegrasen a la razón y al buen sentido.

En efecto, por algún motivo, la voluntad de los cristianos fue por su propia obra plagada de tal manera y fueron presa de tal tamaña estupidez, que abandonaron las instituciones ancestrales, que quizás sus mismos antepasados habían instituido. En su lugar, por su propio capricho y como bien les pareció, adoptaron y siguieron leyes propias congregándose en varios lados como grupos separados.

Así, cuando con tal finalidad pusimos en vigor nuestras leyes para que se conformasen a las instituciones tradicionales, muchos se sometieron por el miedo, otros fueron incluso abatidos.

Aun así muchos perseveraron en su propósito y constatamos que no observaban la reverencia a los dioses de la religión debida ni tampoco aquella del Dios de los cristianos. Habida cuenta de nuestra gran clemencia e inveterada costumbre de indulgencia que ejercitamos frente a todos los hombres, creemos que debemos extenderla también a este caso. De tal modo pueden nuevamente los cristianos reconstituirse así como sus lugares de culto, siempre que no hagan nada en contra del orden público.

Por medio de otra carta indicaremos a los magistrados como deben conducirse. En razón de esta, nuestra benevolencia, deberán orar por nuestra salud y la del imperio, para que el imperio pueda continuar incólumne y para que puedan vivir en seguridad en sus hogares.

El primer emperador que se proclamó seguidor del cristianismo fue Constantino, momento cumbre, pues por fin esta religión comenzó a tener un apoyo primordial frente al paganismo. En el año 313, Constantino, emperador de la parte occidental y Licinio, de la parte oriental, firman el Edicto de Milán, que otorga plena tolerancia al cristianismo, en pie con otras religiones, como había hecho Galerio. Licinio sin embargo era pagano. Fue vencido por Constantino en el año 324, momento a partir del cual Constantino es dueño de todo el imperio. Tan solo un año después, en el 325, acontece el Concilio de Nicea, una reunión de muchos obispos en la que se iba a decidir cuál era «la verdad», si el Hijo (Jesús de Nazareth) es similar al Padre (Yahveh) o si es equivalente, en lo que a divinidad se refiere. Esta trivialidad separaba al arrianismo del catolicismo. En este concilio, el llamado credo niceno triunfó frente al arrianismo, que fue condenado como una herejía desde entonces. En esta imagen se nos muestra el decreto sobre tan importante asunto, y las caras serias de estos obispos reflejan que no iban a permitir ningún otro tipo de pensamiento.

Si el propio emperador Constantino era afín al cristianismo, en concreto a su variante católica o nicena, y si los arrianos, incluso siendo cristianos, estaban siendo perseguidos por una cuestión de detalles insignificantes o matices léxicos, el paganismo quedaba desde entonces claramente desprotegido. Lo prueba por ejemplo que en el año 326, a instancias de la madre de Constantino, Helena, el Templo de Venus de Jerusalén fuera derribado para construir lo que ahora es la Iglesia del Santo Sepulcro. La demolición de templos para sustituirlos por iglesias se fue haciendo cada vez más común.

El arrianismo triunfó sin embargo en uno de los hijos de Constantino, Constancio II, que se convirtió en un perseguidor de los católicos e hizo algunas prohibiciones contra el paganismo, pero este último era aún demasiado fuerte como para condenarlo por completo. Cuando murió Constancio II, le sucedió el emperador Juliano, en el año 361. Juliano quiso revertir el proceso de suplantación cultural e hizo todo lo posible para lograrlo, pero no realizó persecución contra los cristianos. En lugar de eso, declaró la tolerancia total, restauró la libertad de todas las sectas cristianas, de modo que unas se peleaban contra las otras y se perjudicaban mutuamente. El cristianismo, para imponerse, necesitaba una autoridad que declarase una verdad oficial, y a todo lo demás como falso. Sin este elemento, sus mutuos dogmatismos les llevaban a enfrentamientos permanentes. Juliano protegió y restauró las costumbres y cultos tradicionales por todos los medios, reconstruyó templos caídos, y en el fondo, odiaba el dogmatismo y el totalitarismo de la secta de Cristo, por lo que su técnica de tolerancia era un método de debilitarla. Sin embargo, murió en una guerra contra los persas, y fue sucedido por Joviano, un soldado de su ejército, en el 363. Joviano hizo todo lo contrario, era cristiano, y en el año 364 ordenó que se quemara la Biblioteca de Antioquía, una de las más importantes de la antigüedad.

Ignatius of Antioch's Letter to the Ephesians - Crossroads Initiative

Joviano no vivió mucho tiempo y le sucedieron los emperadores Valente (parte oriental) y Valentiniano (parte occidental). Valente era de la variante arriana, y tampoco en su época el paganismo fue perseguido con una dureza máxima, aunque sí limitado en algunos aspectos. El cristianismo solamente predominaba o era importante en número en algunas grandes ciudades: el resto del imperio seguía fundamentalmente sus costumbres ancestrales. Sin embargo, en el 378 Valente muere al frente de sus tropas en la tremenda batalla de Adrianópolis, que los romanos perdieron contra los godos. A partir de entonces los godos ocuparon parte del territorio del imperio. Su sucesor fue Teodosio, un emperador absolutamente clave en el tema que nos ocupa. Teodosio se bautizó en el 380 en la ciudad de Tesalónica, y allí mismo decretó un Edicto en el que decretaba cualquier versión u opinión distinta al credo niceno como herejía. Esto incluía, naturalmente, el paganismo. Este es el texto de dicho decreto imperial:

Es nuestra voluntad que todos los pueblos regidos por la administración de nuestra clemencia practiquen esa religión que el divino apóstol Pedro transmitió a los romanos, en la medida en que la religión que introdujo se ha abierto camino hasta este día. Es evidente que esta es también la religión que profesa el profeta Dámaso, y Pedro, obispo de Alejandría, hombre de apostólica santidad; esto es que, de acuerdo con la disciplina apostólica y la doctrina evangélica debemos creer en la divinidad una del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo con igual majestad y bajo la noción de la Santa Trinidad.

Ordenamos que aquellas personas que siguen esta norma tomen el nombre de cristianos católicos. Sin embargo, el resto, que consideramos dementes e insensatos, asumirán la infamia de los dogmas heréticos, sus lugares de reunión no obtendrán el nombre de iglesias y serán castigados primeramente por la divina venganza, y, después, también por justo castigo de nuestra propia iniciativa, que tomaremos en consonancia con el juicio divino.

Este fue el emperador que se convirtió en siervo literal de la Iglesia, como podemos ver en el cuadro de abajo, donde aparece arrodillado ante el obispo de Milán, Ambrosio. Pero esto tiene una curiosa historia detrás.

Teodosio continuó favoreciendo la demolición de templos paganos, y la construcción de iglesias en su lugar, hasta el punto en que el orador Libanio le escribió una carta en el 386 pidiéndole por favor que respetara los templos que quedasen aún en pie. En el 390 la ciudad de Tesalónica vivió algo aterrador. Recientemente, Teodosio había establecido una ley que condenaba la homosexualidad. Por lo visto, un aúriga muy famoso en Tesalónica, y apreciado en las competiciones de carros por todo el pueblo, intentó aproximarse a un siervo del general que gobernaba esta ciudad. El general ordenó asesinar al aúriga, lo que provocó como reacción que el pueblo le asesinara a él en el circo. Teodosio no tuvo mejor idea que reunir al pueblo de Tesalónica en el circo con motivo de una festividad, y cuando estaban todos allí entusiasmados, miles de arqueros comenzaron a disparar flechas contra ellos, calculándose entre 7.000 y 15.000 los fallecidos. Es lo que se conoce como la Masacre de Tesalónica. Ambrosio de Milán aprovechó la ocasión, y excomulgó al emperador, el cual, aterrorizado y arrepentido por los hechos, se arrodilló ante él en la escalinata de la Catedral de Milán. Fue un acto muy importante, porque es la primera vez que un obispo conseguía autoridad sobre un emperador romano.

Desde ese momento, Teodosio comenzó a decretar severas prohibiciones contra el paganismo, registradas más adelante en los llamados «Decretos Teodosianos». Se prohibió la visita a los templos, o incluso mirar directamente las estatuas paganas. Las festividades tradicionales se convirtieron en días laborales. El fuego de Vesta, la diosa del hogar, que había ardido permanentemente durante siglos en el Templo de Vesta en Roma, se apagó definitivamente, y se eliminaron las Vírgenes Vestales. La adivinación por medio de las entrañas animales fue también prohibida, así como los sacrificios, ritual con el que los paganos ofrecían a los dioses los animales que luego comían (por lo visto colocaban la sangre del animal en un altar, creaban humaredas de incienso y realizaban libaciones, todo lo cual tenía su significado) fue también prohibido. Desde entonces, estas cosas se fueron haciendo de forma oculta en zonas rurales apartadas, y los cristianos empezaron a llamar paganos (de la palabra ‘pagus’ o ‘cabaña humilde’ a quienes hacían estos rituales tradicionales o creían en los dioses.

Vesta's Ancient History — Debra May Macleod

Valentiniano II, emperador que reinaba en Italia y África al mismo tiempo que Teodosio, hizo las mismas prohibiciones por influencia de Ambrosio de Milán en el 391.

Estas prohibiciones fueron el pistoletazo de salida de una destrucción de templos, estatuas, obras de arte y libros paganos (escritos en papiros o rollos de pergamino en aquella época) por todo el imperio, hasta su destrucción casi completa. Por ejemplo, Martín, el obispo de Tours (famoso por la frase ‘a todo cerdo le llega su San Martín’) se encargó de destruir el paganismo de las Galias. Marcelo destruyó los templos de Siria. Lo mismo sucedió en la ciudad de Cartago. Y comenzó también una destrucción generalizada de templos por todo Egipto.

En estas circunstancias, en el 391 hubo un conflicto entre paganos y cristianos en Alejandría. Los paganos, enfurecidos por todo lo que estaba ocurriendo, se encerraron y se atrincheraron en el monumental Serapeum, un templo inmenso encima de un promontorio, dedicado al dios Serapis, en el que se conservaban muchas obras literarias procedentes de la antigua Biblioteca de Alejandría. Esta última había sido incendiada, junto con muchas de sus valiosas obras, en una guerra de Julio César contra Alejandría. En compensación, Marco Antonio regaló a Cleopatra las obras que estaban en la Biblioteca de Pérgamo, que quedó casi vacía. Estos libros, fueron luego trasladados al Serapeum, donde se conservaban hasta la fecha de la que hablamos, junto al trabajo de numerosos eruditos que aún las recopilaban. El emperador Teodosio ordenó la destrucción del Templo de Serapis. Los desgraciados paganos, no tuvieron más remedio que aceptarlo, y todo ello fue destruido.

En el 393 los Juegos Olímpicos fueron cerrados permanentemente por orden de Teodosio. Hasta 14 siglos después, por iniciativa de los griegos de la época, no volvieron a celebrarse.

Al Discóbolo | Mundo Poesía | Foros de poemas

En el 394, los templos de Delfos, con su famoso oráculo, y de Dídima, fueron cerrados y abandonados. Se construyó en su lugar una iglesia cristiana.

El oráculo de Delfos. La ciencia verifica cómo fue posible - Revista Esfinge

El 6 de septiembre del 394 ocurre la última batalla. El emperador Valentiniano II apareció ahorcado en su palacio, y el general Arbogastes hizo subir al trono a Eugenio, un emperador pagano. Aquel día, Teodosio y su general Estilicón se enfrentaron a Eugenio y su general Arbogastes, una guerra entre cristianos y paganos, la última y definitiva. Sucedió al pie de los Alpes, junto al río Frígido. Aunque comenzó de forma igualitaria, finalmente los paganos perdieron.

Los visigodos, desde que Valente les dejó entrar a través del Danubio, ocuparon territorios del imperio como Tracia, la actual Bulgaria. Bajo la dirección del rey Alarico, que era un cristiano arriano, invadieron Grecia y en el 396 eliminaron para siempre los Misterios Eleusinos de la ciudad de Eleusis. Se trataba de unos rituales que simbolizaban las estaciones, el retorno de la primavera.

En el 402, se ordena la destrucción de todos los templos paganos en Gaza, algo que dirige el obispo Porfirio de Gaza. Todas las esculturas y los libros paganos allí presentes fueron destruidos o quemados.

En el 410, el rey Alarico consiguió conquistar la ciudad de Roma, y la saqueó por completo.

Otro nuevo impulso de destrucción y suplantación lo dio el emperador bizantino Justiniano. En el 528 quita a todos los paganos de sus cargos, y comienza la quema y destrucción de sus libros en Constantinopla. En el 529, se cierra la Academia de Atenas, fundada por Platón, por orden de Justiniano.

5 comentarios sobre “LA DESAPARICIÓN DEL PAGANISMO EN EL IMPERIO ROMANO.

  1. El cristianismo tiene muchas ramas , aunque la más grande es la Iglesia Católica. El principal líder de la Iglesia Católica es el Papa , el Padre Santo de Roma , me gustaría saber que opinas sobre esta figura del Papa .

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    1. Pues seguro que debería indagar más, pero si te refieres a la figura en si y no al papa actual, del que apenas sé nada, decirte que es una suplantación del emperador de Roma. De hecho si te fijas, a partir de Teodosio, con sus hijos Arcadio y Honorio, el imperio quedó dividido para siempre en dos partes, Oriente y Occidente respectivamente. Y justo, hay dos «papas», el de Roma y el de Constantinopla (que es el líder de la iglesia ortodoxa). Todo esto no es casualidad obviamente.

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      1. En algo así estaba pensando. Yo tampoco sé la historia exacta , pero da mucho que pensar que alguien que supuestamente representa a Cristo y a sus creyentes, sea una figura de poder romano.

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    1. Hola Séneca,

      Pues sí hay varios historiadores que han hablado sobre este tema. En cuanto a los libros antiguos, contemporáneos a los hechos, las principales referencias son Amiano Marcelino (Historias), Zósimo (Nueva Historia) y Sozómeno (Historia Eclesiástica). También puedes leer muchísimos libros de autores cristianos que denigran e insultan el paganismo como Tertuliano, Arnobio de Sicca, etc… O puedes buscar el ‘Discurso verdadero contra los cristianos’ de Celso, agudo crítico del cristianismo que sin embargo solo conocemos su obra a través de las citas de un autor cristiano, llamado Clemente.

      En cuanto a libros modernos, sé que hay historiadores que han tratado el tema, y un best-seller que anda rondando por ahí de una mujer, Catherine Nixey. Otra referencia es Vlassis Rassias, que tiene libros en griego y no sé si estarán traducidos. Ah, y casi se me olvidaba otra de las referencias principales: Edward Gibbon (Historia de la decadencia y caída del imperio romano). Te recomiendo también por haberlo leído, un libro llamado Druidas: el espíritu del mundo celta. Te paso la dirección de Amazon para que veas cuál es.

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