EL FIN DE LAS COLECTIVIDADES.

No quería dejar el tema de las colectividades agrarias durante la guerra civil sin contaros cómo acabaron. Ya hemos visto que fueron algo único donde se llegaron a cumplir estas condiciones:

  • No existe la propiedad privada, sino la propiedad colectiva.
  • Todos tienen obligación de trabajar en la medida de sus posibilidades.
  • El dinero pasa a ser controlado por la colectividad o incluso se elimina.
  • No hay trabajo asalariado, la producción se reparte.
  • La vivienda, los alimentos básicos, el agua, son gratuitos.
  • La electricidad, las medicinas, el barbero, y otros servicios son gratuitos.
  • La educación no está a cargo del Estado: hay bibliotecas y ateneos disponibles.
  • Nadie paga impuestos.

El motivo por el cual todo esto sucedió al poco de comenzar la guerra civil, es porque el Estado republicano había sufrido un tremendo golpe y había muchas personas y organizaciones con sus propios fines y metas, diferentes de las que pudiera establecer un gobierno central. Muchos de los puntos que hay arriba son opuestos a cualquier forma de estado, pues dan un control autónomo a las poblaciones que no tendrían si dependieran de un estado, por ejemplo, mediante el gasto en servicios sociales, seguridad, bomberos, etc. Todo eso pasó a estar organizado localmente y de maneras muy diferentes por las poblaciones locales, en pueblos, municipios, etc.

Y fue el estado mismo el que ordenó reprimir a fuego todos estos proyectos, especialmente el partido comunista quien tomó una gran importancia dentro del gobierno a partir de 1937. Hubo primero un cambio en el que el jefe del gobierno era Francisco Largo Caballero, quien al parecer tenía apoyo de algunos anarquistas y no era contrario a las colectividades. Esta persona se hacía llamar el ‘Lenin español’ debido a que aparentemente era favorable a la revolución socialista, aunque mucho habría que hablar del tema, pero en 1937 el Partido Comunista le retiró todo el apoyo y se quedó un poco sólo en el Parlamento, con lo que dimitió y su cargo lo ocupó Juan Negrín. Durante el mandato de éste último, hubo una clara oposición al anarquismo y a numerosos proyectos que éstos emprendían. Pero os voy a hablar de dos sucesos concretos, el primero las jornadas de mayo de 1937, y otro la represión de las colectividades, que nos demuestran cómo a pesar de estar en medio de una guerra a muerte, parece que ningún estado puede tolerar la independencia de la población frente al mismo, ya sea republicano, comunista o fascista.

LAS JORNADAS DE MAYO DE 1937.

El golpe de estado del 36 no triunfa en Barcelona, donde de hecho los trabajadores consiguen socializar casi todas las industrias, se ocupan de los transportes, las fábricas, las comunicaciones… Dos sindicatos principalmente, la CNT y la FAI, logran tomar el control, siendo García Oliver uno de los dirigentes en lo que se refiere a la guerra (que luego sería ministro de Justicia de la República, algo extraño para un anarquista), ya que no muy lejos estaba el frente de Aragón, los nacionalistas habían tomado por ejemplo Zaragoza y se había formado una línea de defensa en la que los anarquistas participaban ( un ejemplo fue la columna Durruti, que intentó tomar Zaragoza, fracasando en el intento).

Desde el principio el gobierno de la Generalitat había pactado con los anarcosindicalistas por ejemplo para crear el Comité Central de Milicias Antifascistas, y para que estos sindicatos tuvieran responsabilidades dentro del gobierno. Había también un partido llamado el POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) quien apoyaba una rama alternativa del comunismo, oponiéndose por completo al stalinismo y a la URSS, al que veían muy alejado de los principios descritos por Marx y condenaban su burocratización y haberse convertido en un estado totalitario. No obstante, el Partido Comunista (PCE) no solo apoyaba a la URSS sino que había numerosos rusos en sus filas que se ocupaban de coordinar muchas de sus decisiones. Además, el gobierno republicano dependía de la URSS ya que era una de sus principales suministradoras de armamento.

En mayo de 1937 un suceso enciende la mecha, y es que 200 policías enviados por la Generalitat intentan tomar por la fuerza el edificio de la Telefónica en Barcelona. Esto va en contra de los convenios establecidos con el gobierno. Los policías solo toman el primer piso, los de arriba están defendidos. Enseguida se forman barricadas por toda la ciudad, y las calles se convierten en un lugar muy peligroso. Diferentes zonas de Barcelona se convierten en bastiones de diferentes grupos, quienes hacen acopio de armas y municiones. El conflicto se expande por otras zonas de Cataluña. Se ha declarado una especie de guerra civil dentro del bando republicano, en la que la CNT, la FAI, el POUM se enfrentan a la Generalitat, fundamentalmente ERC (Esquerra Republicana de Cataluña) y el PSUC (Partido Socialista Unido de Cataluña) quienes tienen el apoyo del gobierno central. Incluso varias columnas pretendieron entrar en Barcelona para apoyar a los anarcosindicalistas, como la propia columna Durruti. Pero, desde el gobierno republicano había varios anarquistas que eran ministros como García Oliver o Federica Montseny, quienes decían que abandonaran las armas y volvieran al trabajo. También una columna del POUM trató de hacerlo, pero el jefe de la aviación republicana amenazó con bombardearles.

Guardias de asalto republicanos entrando en Barcelona para ‘garantizar el orden’ :

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¿Por qué se dió esta verdadera batalla campal? La realidad es que se estaban defendiendo dos modelos de gestión diferentes. Los anarquistas y el POUM eran favorables a que los trabajadores controlaran la producción, y sin duda querían llevar adelante una revolución de verdad. El gobierno no estaba de acuerdo con eso y deseaba que el estado controlara tanto la economía como la policía (ya que ésta había sido suprimida también en Barcelona, sustituida por las Patrullas de Control) y las decisiones militares. Después de estas jornadas, en las que hubo alrededor de 1.000 muertes, junto a la desaparición de numerosos dirigentes del POUM y anarquistas, las cosas volvieron a ‘la normalidad’ con un nuevo gobierno donde la CNT ya no tenía ningún poder, liderado por Lluis Companys.

LA DESAPARICIÓN DE LAS COLECTIVIDADES

Es verdad que cada colectividad tenía autonomía, pero eso no impidió que pronto se establecieran algunas cuestiones comunes entre todas ellas y fue por ello que surgieron entidades como el Consejo Regional de Defensa en Aragón, dirigido por Joaquín Ascaso (hermano de Francisco Ascaso, un conocido anarquista). Cuando los republicanos tomaron de nuevo el control de Cataluña, eliminar este Consejo de Aragón se convirtió en objetivo del gobierno.

Como podéis leer en este enlace: http://es.wikipedia.org/wiki/Consejo_Regional_de_Defensa_de_Arag%C3%B3n Pronto empezaron a confiscar camiones de alimentos que iban hacia las colectividades, y se envió por orden de la República a la 11ª División del Ejército dirigida por el comunista Enrique Líster, que tras la guerra lucharía en el ejército soviético. Sería interesante saber qué paso con las miles de familias que perdieron su modo de vida cuando el ejército tomó el control de todo el Aragón. Lo cierto es que Líster había dicho que bajo el Consejo de Aragón, se vivía una dictadura mucho peor que la de los fascistas, cuando evidentemente esto no es cierto. Sin duda, el Partido Comunista, bajo la égida de Stalin, queria alcanzar una supremacía completa (paso previo para la tan famosa ‘dictadura del proletariado’). Pero esta es una manera curiosa de hacerlo: combatiendo a los propios trabajadores sólo porque no obedecen una autoridad central (que, recordemos, no había mejorado mucho la agricultura ni las condiciones de vida de estos campesinos).

Para terminar os dejo con este vídeo, una entrevista que hicieron a Durruti. Un poco de realidad.

7 comentarios sobre “EL FIN DE LAS COLECTIVIDADES.

  1. La idea como no me parece genial. Pero yo la plantearía desde el prisma que utilizan las sectas en Estados Unidos, pero claro completamente diferente. Tener autogestion al máximo nivel. Vivir en comunidad, pero nuestra comunidad. Se podría autogestionar la alimentación, educación, salud básica. Pero siempre tendríamos que tener un cordón umbilical que nos unirá al sistema para un determinado número de cosas, que con el tiempo se podrían reducir al máximo. Y no me cabe duda que se podía montar una pequeña ciudad idílica. En la que nuestra política fuera la felicidad común.

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