Poco es lo que sabemos de los pueblos antiguos como los íberos, los etruscos, los misteriosos ‘pueblos del Mar’, y las migraciones humanas que sucedieron hace miles de años, en esas edades oscuras. Grandes misterios aguardan en esa época en ser revelados, si es que lo son algún día. La aparición de los minoicos en la isla de Creta puede darnos más de una pista porque son anteriores a las grandes civilizaciones del continente helénico (la actual Grecia), y no se sabe de dónde proceden con seguridad, aunque la hipótesis más fuerte parece indicar que vienen de Asia Menor y que están relacionados con las poblaciones europeas modernas. Esto no aclara mucho el tema, pero algo es algo.
Pero, ¿por qué son una civilización sorprendente?
Si hubiesen sido resultado de una invasión o colonización hacia la isla de Creta por parte de otros pueblos conocidos, tendrían cosas en común con ellos que ya habríamos averiguado incluido su escritura o sus creencias. Pero, parecen ser un pueblo único en muchas cosas, diferente a los griegos, a los egipcios, los fenicios o a cualquier otro pueblo contemporáneo, de la misma época. Según parece, fueron la primera civilización en construir flotas que recorrieron el Mediterráneo, y se convirtieron en grandes comerciantes, pues su comercio con los egipcios y los pueblos de Canaán (más o menos la actual Palestina) están más que probados. Su fecha ‘oficial’ en la que se les empieza a llamar minoicos es alrededor del 2.700 A.N.E. (Antes de nuestra era) cuando comenzaron a maniobrar con instrumentos de bronce, pero anteriormente hubo una etapa paleolítica.
Los minoicos llegaron a construir ricas ciudades con enormes palacios, construidos de una manera avanzada incluso para la actualidad. Tenían sistemas de drenaje de aguas (alcantarillado) y si bien no usaban la electricidad, construían las viviendas de forma que la luz natural iluminara y crease efectos en el interior. Sus sistemas de ventilación eran también diseñados eficientemente sin el uso de energía. Los palacios no eran solo el lugar donde vivían los reyes o reinas, sino también lugares donde se celebraban fiestas, lugares de reunión y de comercio, abiertos al público.
Si en la religión de los griegos los dioses y las diosas femeninas parecen tener la misma importancia, en los minoicos el clero y las divinidades parecen estar vinculadas con lo femenino, las mujeres eran las que se encargaban de los rituales y oficios sagrados.
Uno de los deportes favoritos de los minoicos era saltar por encima de un toro, como muestra esta famosa pintura mural:
El modelo político fue sobretodo el de una monarquía, pero todo indica que era una sociedad igualitaria, sin grandes diferencias en cuanto a capacidad económica. Aquí abajo podéis ver estatuillas de aparentemente reyes con su peculiar posición de las manos apuntando hacia arriba.
Algunos símbolos que aparecen a menudo en la cultura minoica son por ejemplo el labris o ‘doble hacha’ ( ¿para qué la usarían? ) que aparece en vasijas dibujada, en esculturas, en joyas, etc, a veces muy pequeñas, otras gigantes :
Otro símbolo que aparece mucho es el toro y su cornamenta, que aparece en numerosos templos y pinturas. Representaciones de todo tipo de animales, como el delfín, los peces, el pulpo, aves, abejas etc, es muy común, lo que puede indicar que esta civilización tenía a los animales por algo muy importante.
Su lenguaje primigenio u original no ha sido aún descifrado, se llama Lineal A y hay una muestra de él en el famoso ‘disco de Phaestos’ encontrado en Creta. Se ha dicho que puede estar relacionado con los jeroglíficos egipcios, pero eso no está del todo claro. Los jeroglíficos sí se han descifrado gracias a una piedra de Rosetta, no es el caso del Lineal A.
Construyeron calzadas para comunicar sus ciudades. Sin embargo, su civilización fue destruida varias veces por culpa de frecuentes catástrofes naturales que ocurrieron. Hoy en día, Grecia es el sexto país del mundo con más terremotos. Cerca de Creta está la isla de Santorini, resultado de una gran erupción del antiguo volcán Thera, que provocó un gran daño a los minoicos más o menos alrededor del 1700 A.N.E. destruyendo sus palacios y probablemente inundando sus ciudades.
LA LEYENDA DE TALOS.
Sorprendentemente, los minoicos contaban con una misteriosa criatura gigante de bronce llamada Talos, quien protegía a los habitantes de la isla de los piratas y otros peligros. Este ser podía recorrer todo el perímetro de la isla tres veces al día, lo que indica que su velocidad era considerable. Si algún enemigo acechaba o ponía pie en la isla, tenía que vérselas con Talos. Además, y según parece, Talos se encargaba de dictar las leyes de la isla.
Mucho más adelante, Talos aparece como víctima de Jasón y los argonautas en esta obra, representado como un enorme robot metálico. Esto es una interpretación de los griegos posteriores y no la forma original en la que lo concebían los minoicos. Talos significa Sol en su idioma.
Me parece muy interesante todo esto . Es increíble la de civilizaciones impresionantes que han surgido , y ésta sin duda lo es.
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A mí algo me llama la atención de los minoicos, pero hay otras civilizaciones como los íberos que también tienen mucho que mostrarnos. Y como siempre nos podemos preguntar si estas civilizaciones surgen de repente o se van produciendo avances poquito a poco.
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Hola, tengo que poneros cómo empieza el capítulo ‘CIUDADES Y PUEBLOS : EL ALMA DE LA CIUDAD’ de la obra ‘ La Decadencia de Occidente ‘ de Oswald Spengler, donde habla de esta cultura:
En el Mar Egeo, hacia la mitad del segundo milenio a.C. dos mundos se hallan frente a frente. El uno, lleno de oscuros presentimientos, cargado de esperanzas, ebrio de pasión y de actividad, progresa lentamente hacia el futuro ; es el mundo miceniano. El otro, alegre y colmado, descansa entre los tesoros de una cultura vieja, y con fina destreza ve tras de sí, ya resueltos y superados, todos los grandes problemas ; es el mundo minoico de Creta.
Este fenómeno, que ocupa hoy el centro de la investigación, resulta para nosotros incomprensible si no medimos el abismo que separa esas dos almas. Los hombres de entonces tuvieron que «sentirlo» aunque no lo «conocieran». Yo lo percibo ante mí: los habitantes de los castillos de Tirinto y Micenas levantan la vista con veneración respetuosa hacia la inaccesible espiritualidad de las costumbres de Cnosos ; los pulidos habitantes de Cnosos miran con desprecio a esos jefecillos y sus secuaces ; y, sin embargo, en el pecho de esos robustos bárbaros alienta un sordo sentimiento de superioridad, como el que los soldados germánicos sentían ante los viejos romanos cargados de honores.
¿Que cómo podemos saberlo? Más de una vez ha sucedido que los hombres de dos culturas diferentes se han encontrado cara a cara. Conocemos varios casos de esos en que la vida se halla aún «entre las culturas». Y entonces aparecen sentimientos que cuentan entre los más fecundos del alma humana.
Lo que sin duda ocurrió entre Cnosos y Micenas ocurrió también entre la corte bizantina y los grandes alemanes que, como Otón II, tomaron esposa en dicha corte. Por una parte la clara admiración de los caballeros y los condes, y, como respuesta de la otra parte, la despreciativa extrañeza con que una civilización refinada, algo marchita ya y cansada, contempla el frescor pesadote, el amanecer de la comarca germana tal como la descubre el Ekkehard, de Scheffel.
(…)
En los cerros de Tirinto y Micenas encontramos castillos y fortalezas al modo primitivo germánico. Los palacios cretenses -que no son moradas regias, sino enormes edificios destinados a albergue de una numerosa comunidad de sacerdotes y sacerdotisas- están adornados con un lujo de gran urbe, propio de la Roma posterior. Al pie de las colinas de Tirinto y Micenas se agrupan las chozas de los labriegos y secuaces. En Creta desenterramos hoy -Gurnia y Hagia Triada- ciudades y casas que revelan refinadísimas necesidades y una técnica arquitectónica conseguida a fuerza de largas experiencias anteriores, familiarizada con las más delicadas pretensiones en cuanto a mobiliario y decoración mural, acostumbrada a dosificar la luz, a establecer redes de canalización, a resolver problemas de escaleras y otros por el estilo. Allí, en Tirinto y Micenas, la planta de la casa es un símbolo riguroso de la vida. Aquí, en Creta, es la expresión de una «finalidad» refinada. Comparad los vasos cretenses de Camares y los frescos cretenses de estuco pulimentado con los productos auténticos de Micenas. Todo es arte industrial, arte fino y vario, no arte grande, profundo, de simbolismo grave y torpón, como el que en Micenas se ve madurar hacia un estilo geométrico. No es estilo, sino gusto. En Micenas mora una raza originaria, que ha elegido su solar por lo que el suelo produce y la facilidad de defensa que en el terreno encuentra. La población minoica en cambio, se establece acá o allá según su criterio económico, como se advierte muy bien en la ciudad de Filacopis, en Melos, hecha para la exportación. Un castillo miceniano es una promesa. Como los castillos micénicos, así eran hacia el 800 las cortes y residencias francas y visigodas entre el Loira y el Ebro. Y al sur, los palacios moros, las casas y las mezquitas de Córdoba y Granada.
Sin duda no es un azar que el florecimiento del lujo cretense coincida con la época de la gran revolución egipcia, la época de los hicsos (1780 – 1580). Es posible que por entonces los artífices egipcios buscasen refugio en las islas pacíficas y hasta en los castillos del continente, como los sabios bizantinos pasaron a Italia muchos siglos después. Porque para entender bien esta época hay que afirmar la hipótesis de que la cultura minoica es una parte de la cultura egipcia. Este hecho se comprendería mucho mejor si la parte más importante de las creaciones artísticas del Egipto, las del delta occidental, no se hubieran perdido por la humedad del suelo. Conocemos la cultura egipcia por cuanto floreció en el suelo seco del sur. Pero no hay duda de que no fue en este punto en donde estuvo el centro de la evolución.
No es posible trazar un límite preciso entre la vieja cultura minoica y la joven cultura micénica. En todo el mundo egipciocretense se advierte una afición -muy moderna- por las cosas extrañas y primitivas ; y recíprocamente, los caudillos del continente, cuando podían, robaban, compraban, y en todo caso admiraban e imitaban las obras cretenses. Igualmente el estilo de las migraciones, tan encomiado antes por germánico primitivo, tiene en realidad origen oriental en todo el idioma de sus formas. Los germanos se hacían fabricar y adornar sus castillos y sepulcros por prisioneros o por artistas traídos del sur. La «sepultura de Atreo», en Micenas, se empareja perfectamente con la tumba de Teodorico en Rávena.
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Me ha gustado mucho el comienzo de este texto . Es una fantástica descripción la de Spengler ¡
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