Hoy vengo a hablar un poco más en profundidad de uno de los fenómenos más notorios de la globalización y sin embargo uno de los menos comentados, como si no pudiera criticarse. Me refiero a la evidente intención de ir degradando la cultura en todos sus ámbitos, década tras década. La cultura en si misma no puede degradarse, es inmortal, como lo es la música del barroco o las novelas de Julio Verne: siempre están ahí para quien quiera disfrutarlas, nadie las ha censurado ni eliminado. De lo que hablo es de lo que podemos llamar la cultura de masas, aquella que triunfa, que la gente sigue a diario y de manera compulsiva, la que forma parte del día a día de la calle, la que impregna nuestros sentidos sin que podamos evitarla ya que está por todas partes. Vamos a destacar solo unos pocos casos, pero me encantaría que hiciérais vuestros aportes en los comentarios ya que considero que este tema puede generar amplísimo e interesante contenido.
LA MÚSICA.
Hoy en día las canciones con un contenido importante o fuertemente imaginativo han quedado como algo anticuado. Todas deben hacer referencia al sexo y atacar por así decirlo a las partes más simiescas y primitivas de nuestro encéfalo. No hay placer con la complejidad, lo hay solo con estímulos sexuales y ritmos desenfrenados, pues los lentos no pueden ya disfrutarse. Ni siquiera la sensualidad y el atractivo se promocionan ya, pues van quedando obsoletos ante la sugestión y la exposición totalmente sexual, obviando cualquier otro aspecto o posible idea constructiva de las personas, ya sean hombres o mujeres (conceptos aparentemente tradicionales que también están siendo puestos constantemente en duda). La música puede ser tan variada como uno quiera recordar, y eso es una característica que contrasta con el mundo de hoy. Si no se deja a los artistas expresar más que 4 mensajes prefabricados, la diversidad se perderá hasta desaparecer del todo. ¡Viva el progreso, viva la música moderna y la libertad del siglo XXI! Basta con analizar unas cuantas canciones de aquel entonces y compararlas con las actuales. Esto era una canción fuertemente difundida en la década de los 90:
Esta es otra del 2000:
Pasemos a ver lo que más se escucha actualmente:
Incluso esta última canción de Daddy Yankee resulta demasiado «noble» ante otra aún más actual:
LA ESCULTURA:
En la escultura se nota quizás aún más que en la música la pérdida total del componente autóctono. Lo que se representa deja por completo de reivindicar una cultura, un pueblo, una historia. Deja incluso de tener un significado o una forma definidas, dejando supuestamente a la imaginación del que (para su desgracia) contempla la deforme pero modernísima figura la faena de encontrar un significado. A lo ancho de la ciudad de Valencia (España) podemos ver esculturas como estas:
La primera es parte de una fuente situada en una importante avenida que es de un estilo que podemos reconocer como propio de nuestra cultura, mientras que la segunda es una escultura del Cid, representa un hecho histórico de nuestro pueblo. Pero todo esto son los escasos «restos» conservados de un arte que podamos considerar como tal y con el que identificarnos en algún sentido. Frente a esto podemos encontrar semejantes abominaciones, que van invadiendo el espacio como un tumor. Esta en concreto es obra de un tal Juan Ripollés, pero no creáis que es un caso puntual, ya que objetos amorfos semejantes adornan muchas rotondas de la ciudad, haciendo inevitable el cruzar la mirada con ellas, y sé que esto también sucede en Castellón de la Plana (imagino que en muchas de vuestras ciudades es lo mismo, lamentablemente la globalización no excluye a nadie).
LA CONVIVENCIA:
La cultura no solo es algo fijo y permanente, como una obra de arte, destinado a durar en el tiempo, también está constituida por las relaciones entre los seres humanos y la riqueza que es capaz de surgir de ellas en forma de nuevas ideas, diálogos interesantes, experiencias directas. Es algo que la globalización se encarga de eliminar al máximo posible con sus ingeniosas herramientas: las llamadas «redes sociales». En realidad son redes, en efecto, hechas para atrapar a los seres humanos en los límites de la sociedad. El mutuo conocimiento de unos hacia otros, de las personas que viven cerca y que podrían tener una interacción frecuente y ser una fuente de ayuda mutua, trata de impedirse mediante el miedo y la desconfianza que los medios de masas (televisión, telediarios, prensa, radio) difunden cada día. Os animo a haceros una pregunta. ¿Cuántas sonrisas, cuántos gestos directos de apoyo hacia el otro, cuántos llantos y expresión de emociones verdaderas están anulando de este mundo los emoticonos?
Reblogueó esto en Ramrock's Blog.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Puntos muy bien expuestos y demostrados. Bien hecho, señor.
He puesto en favoritos su post.
Me gustaLe gusta a 2 personas