El deseo es una necesidad bio/psico/emocional que no se pudo realizar en su determinado momento, y por ello con el tiempo se transforma, para poder manifestarse, en un deseo literal o simbólico. Los deseos de los seres humanos son necesidades no cubiertas generadas y condicionadas por el entorno en el que hemos nacido y crecido: la familia y las instituciones culturales, sociales y políticas, entidades controladas y manipuladas por organismos de poder (la banca y las grandes corporaciones mercantiles, los imperialismos religiosos, las élites y organizaciones de todo tipo que controlan a las masas tras el telón social…).
No obstante, la base primigenia no deja de ser nunca la misma, la privación biológica/psicológica/emocional más primaria que no fue revisada, o fue impedida en algún punto de la vida del individuo, habitualmente en la infancia, y también en la adolescencia, juventud y adultez, que más en adelante desarrolla sus respectivas consecuencias… En la situación del ser humano cuando no se ha salido de su centro, cuando convive en absoluta comunión con la naturaleza y sobrevive netamente de lo que el entorno natural le provee, no hay separación entre lo biológico, lo psicológico y lo emocional (lo cual no significa que cada cosa no tenga su debido lugar, sencillamente en una ubicación natural no están categorizados en compartimentos). Al salirnos de nuestro centro creando las sociedades actuales y abandonando experimentar lo corporal, mental y espiritual en el momento presente y con absoluta naturalidad, es por este hecho que se ha complicado tanto nuestra existencia, tanto como individuos, como familia, como comunidad y como sociedad. En la familia y en la sociedad, desde que nacemos, se establecen unas normas y unos tiempos burocráticos, políticos, sociales y culturales dictaminados de la misma forma castradora para todos, en modo fábrica de ciudadanos perfectos. Por lo tanto, tiene sentido que poco después del fenómeno de la industrialización naciera el fenómeno de la teoría psicoanalítica, ya que cuando al ser humano se le obliga a dejar a un lado sus necesidades primordiales por someterse obligatoriamente a la voluntad de otros, su psique para sobrevivir se ve obligada a esconder sus sentimientos en compartimentos estancos de la mente, que en adelante se expresan a través de deseos en formato capitalista, político, cultural, social y sexual.
La creencia de que el Estado es el maligno y el pueblo la víctima es falsa. Sí es cierto que existe un sometimiento evidente de la sociedad perpetrado por la banca, las grandes empresas, las diversas organizaciones y esferas de poder asociadas y representadas por las instituciones gubernamentales del Estado de cada país, pero no solamente las instituciones y los políticos son cómplices de esta gran trama a nivel mundial, también el pueblo es cómplice al no pararse a tomar consciencia de sus verdaderas necesidades esenciales individuales, y al contrario, dejándose conducir por sus propias pasiones, manejadas por la propaganda y la manipulación de las masas que ejecutan los superiores de la escala jerarquizada, y estos a su vez, dirigen a las sociedades promovidos por sus propios deseos. A continuación os preguntareis: ¿Cómo puede ser cómplice una sociedad subordinada si está manipulada y engañada por las Élites que la gobiernan?. La respuesta nos conduce al inicio de esta reflexión: ¿Cómo no pueden darse cuenta las personas de que los deseos que persiguen no les dan la felicidad, incluso cuando logran alcanzarlos?. Porque son solo el disfraz que intenta sustituir sin éxito las verdaderas necesidades emocionales de las personas. La gente, en el fondo de su ser, son conscientes de esto, pero sus egos malheridos persisten obsesivamente en sus carencias emocionales enmascaradas de ambición, codicia, ideales políticos, dogmas religiosos, parafilias sexuales, toxicidad, hostilidad, violencia, etc… Un ejemplo muy claro de intentos fallidos durante siglos por parte del Estado, las instituciones, diversas organizaciones políticas y la sociedad en conjunto, es la proyección del desahogo emocional de manera generalizada politizando con dogmas e ideologías todos y cada uno de los aspectos de la vida de los ciudadanos. Constituyéndose diferentes grupos políticos, cada uno de ellos conformados por la semejanza y afinidad de los anhelos a llevar a cabo de las masas, con una serie de ideales encajonados dentro de un lote incuestionable de dogmas intocables, que generan enfrentamiento entre los extremos de los diversos movimientos políticos. Estamos experimentando como sociedad una época convulsa, fría, vacía e individualista. Quizás esta soledad latente en las sociedades de hoy en día no es casual, quizás lo que está ocurriendo es la representación de que nos hemos alejado de nuestras necesidades emocionales.
Autora: Amaya Rivas Aboitiz
A tu pregunta, ¿Cómo no pueden darse cuenta las personas de que los deseos que persiguen no les dan la felicidad, incluso cuando logran alcanzarlos?. En mi humilde opinión, no se dan cuenta porque el grado de conciencia en cada ser humano es diferente. Así de fácil….
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Estoy de acuerdo contigo, es así de sencillo y de complejo al mismo tiempo. El nivel de conciencia que se adquiere en esta vida nos da la oportunidad de modificar nuestro destino.
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Respecto a «también el pueblo es cómplice al no pararse a tomar consciencia de sus verdaderas necesidades esenciales individuales, y al contrario, dejándose conducir por sus propias pasiones, manejadas por la propaganda y la manipulación de las masas» cuadra con las técnicas 7 y 8 de manipulación medíatica. También puede servir el libro de «propaganda» de Edward Bernays de ejemplo
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Mi pareja (el autor del blog), me ha hablado mucho de ese libro, tengo pendiente leerlo, gracias por comentar!
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