RULE, BRITANNIA!

El Imperio londinense de la nueva era, por supuesto, un imperio marítimo, y esto determinaría el panorama geopolítico del imperio durante los siguientes doscientos años. Era un imperio basado en colonias, que fueron saqueadAs sistemáticamente de las materias primas, productos agrícolas, y mano de obra. Al mismo tiempo, ya que el saqueo económico del Imperio y sus capacidades de aplicación militar se basaron en el poder de su flota, no se ahorró ningún esfuerzo para evitar la aparición de potencias económicas realizadas en tierra, en particular a través de Eurasia.

Una mitología romántica fue creada para retratar la Gloriosa de Inglaterra como la defensa valiente de la civilización de ese reino insular. La parte romántica es charlatanería absurda, pero hay un lado serio en la mitología también. Ya en el reinado de Isabel este tema de Inglaterra como la nueva gran potencia marítima estaba siendo discutido en varias obras de ficción y no ficción. Escipión Gentili, con su largo poema Nereo, Francis Bacon en la Nueva Atlántida, y James Harrington en Oceana, todos desarrollaron este tema de diferentes maneras. Harrington, que había pasado años en Venecia y que era un amigo cercano de William Petty, creía que el poder político se deriva de las riquezas económicas y en Oceana describe una sociedad oligárquica organizada de acuerdo a la riqueza.

Tal vez la escritura más explícita en este sentido fue la de Nicholas Barbon ‘Un Discurso de Comercio’. Publicado tan sólo dos años después de la Revolución Gloriosa, el trabajo de Barbon es un himno rabioso a favor del libre comercio, la oferta y la demanda, y la economía de mercado abierto. En cuanto a la constitución de Gran Bretaña como un imperio marítimo, Barbon dice:

«Esas cosas que obstruyen el crecimiento del imperio en la tierra, en lugar de promover su crecimiento en el mar …
La sede de un imperio tal debe ser una isla, cuya defensa puede ser únicamente el navío … Inglaterra parece ser el asiento adecuado para tal imperio. Es una isla, por lo tanto no requiere la fuerza militar para defenderse … las naves, impuestos especiales y las aduanas van aumentando en proporción, que puede ser tan grande en tan poco tiempo, no sólo para preservar su antigua soberanía sobre el mar Angosto, sino para extender su dominio sobre todo el gran océano, un imperio, no menos glorioso, y de mucho mayor amplitud, que cualquiera de Alejandro o César »

Mucho más tarde, en la época de la reina Victoria de Inglaterra, el tábano británico Walter Bagehot hizo el punto de la ventaja de Londres sobre Ámsterdam como sede del Imperio. Escribiendo en su oda de 1873 a las finanzas de Londres, Lombard Street, Bagehot dice: «La bondad de los billetes depende de la solvencia de la banca, y la solvencia puede verse afectada si una invasión no es repelida, o si una revolución resiste. Casi ningún país continental ha estado hasta ahora exento durante largos períodos tanto de la invasión y de la revolución. En Holanda … nunca hubo ningún tipo de seguridad ante la guerra extranjera».

Entre 1689 y 1763 Gran Bretaña y Francia libraron cuatro guerras, con una duración total de 29 años. Estos fueron los conflictos mundiales. Al término de la Guerra de Sucesión Española en 1713, Gran Bretaña se le dio el asiento, el monopolio de la importación de esclavos africanos en las colonias iberoamericanas de España [ Si quieres saber más ve a este enlace: LA GUERRA DE SUCESIÓN ESPAÑOLA ]. Ellos celebrarían este monopolio en el comercio de esclavos africanos durante la mayor parte del siglo 18. La cuarta guerra Inglés-Francés (La Guerra de los Siete Años) terminó con la aplastante derrota de Francia, la aniquilación de la marina francesa, la quiebra del Estado francés, y la pérdida de las colonias francesas en la India y América del Norte. El proyecto Imperio estaba aparentemente completo. El Imperio londinense entró en una nueva era triunfal, y fue preeminente en el poder entre todas las naciones de la tierra.